jueves, 28 de noviembre de 2019

Entre protestas y burgueses reprimidos

Las noticias me tienen de activista moderada en el mundo virtual (si, así de reprimida soy), todo lo que está pasando en América Latina y por supuesto, en Colombia. Las protestas, la inconformidad de una gran parte de los ciudadanos por una sensación (bien empulpada) de desplome económico, social y político. Parto de la premisa que esos actos no son fortuitos, no se los inventaron dos gatos de un bando que quieren vengarse de dos perros del otro bando; son más complejos que esto, y no le pertenecen a ningún partido político. Es un pueblo ejerciendo su derecho constitucional a salir a las calles y protestar por la injusticia y el mal manejo de un gobierno que no puede proteger ni garantizar sus derechos.

Y como muchos (o pocos, depende del punto de vista), se me viene al coco esa prosa colombiana tan futurista, tan vieja y tan de siempre; ¡Macondo, donde has dejado tu compañía bananera!
Las protestas parecen un brote de varicela a nivel global. Cada caso es distinto, y con un denominador común “el pueblo está mamao’”. Y sin mucha sorpresa la violencia se vuelve un foco en estos sucesos, porque el ser humano es eso, humano y como humano se revela, y así mismo es juzgado.

Yo no me quedo atrás, humana y juzgada. ¿Como? Una pelada (más bien vieja porque más de 30 eso ya no es pelada), que vive fuera de su país de origen y que según las estadísticas pertenece a la clase media (una semi-burguesa, porque aún me falta clase pa’ quitarme el semi), con un salario que parte con satisfacción a alimentar las mieles del capitalismo. ¿Como? Esa señora (yo) puede apoyar y compartir ideas respecto a los movimientos ya mencionados (y visiblemente identificarse con gran parte de las reivindicaciones del proletariado, aunque es claro que aquí no entran juegos de clases sociales…), ¿como ??!!...

Si, yo también me he escandalizado con esta tesis. Gustos de burgu.. semi-burgesa, con el perfume de la Angelina Jolie (porque no me veo, pero si puedo oler como una), comiendo brioche como la Maria Antonieta, siempre viajando sentada en transporte público, con Instagram cual influencer con percha (pero sin los seguidores ni el lucro, en realidad mi vida es más trivial que una publicad de detergente). El 50% de la jornada hablando del tiempo y el otro 50% de las vacaciones; una seudo intelectual porque puedo leer hasta 3 libros por mes (mi tiempo no es infinito :/) gracias a las descargas piratas (porque sí, me aprovecho de las ventajas del proletariado). En fin, si sigo no termino este post y ni siquiera yo lo leería (y soy la única que me leo), así que... para cerrar concluyo, me estoy juzgando mal. 

Mi modo de vida a los ojos de los demás no me hace incapaz de sensibilizarme y encontrarme solidaria e identificada con diferentes causas (sin importar su naturaleza). No necesito escoger, porque no hay nada que escoger, y que lo digan los burgueses que también formaron parte de ese tercer estado que se alzó contra la monarquía en la época de Luis XVI y dio una lección de historia de la que hablamos hoy aun, de la revolución viejo, de eso te hablo.

Me retiro lentamente sintiéndome Ariel en pleno final de la canción "siento que si…. puedo formar…. parte… de…. el…" (música Disney de fondo, porque si, los momentos importantes de mi vida llevan Disney de fondo). 


Y que vivan los diálogos internos.